- Gracias a esfuerzo y convenio entre gobiernos.
En el vibrante tapiz de la historia de Costa Rica, cada hilo representa un aspecto crucial de su identidad. El 24 de febrero de 2024, el país añadió un hilo más a esta tela, un hilo que conecta el pasado con el presente de una manera tangible y emocionante.
Ese día marcó la repatriación de 395 bienes arqueológicos, cada uno una pieza única de la herencia precolombina de la nación, desde las sedes diplomáticas en Los Ángeles, Miami y Washington D.C. de los Estados Unidos.
Estos tesoros, elaborados con maestría en piedra y cerámica, son testigos silenciosos de antiguas civilizaciones que poblaron las tierras costarricenses hace siglos y ayudan a conocer más de nuestra historia.
Entre ellos, se destaca una esfera precolombina majestuosa, con un diámetro imponente de aproximadamente 65 centímetros. Esta esfera, junto con los metates ceremoniales, las vasijas policromas y las figurillas humanas y animales, nos transporta a un tiempo en el que la vida fluía en armonía con la naturaleza y las creencias ancestrales.
El retorno de estas piezas a su tierra natal fue posible gracias a una colaboración sin precedentes entre la Fundación Parque Metropolitano La Libertad, el Museo Nacional de Costa Rica y el generoso financiamiento del Fondo de Acuerdos Culturales de la Embajada de Estados Unidos.
Con una inversión total de $42,650, se hizo realidad el proyecto “Gestión y Divulgación de Bienes Precolombinos resguardados en sedes diplomáticas de Costa Rica en Estados Unidos”, respaldado por un fondo de $83,000 otorgados por la Embajada de Estados Unidos.
La ministra de Cultura y Juventud, Nayuribe Guadamuz Rosales, recibió con gratitud y entusiasmo esta colección de tesoros arqueológicos, destacando su importancia en la narrativa histórica del país.
Según manifestó el lograr recuperar estas piezas que no son simples objetos, sino testimonios vívidos de las raíces profundas y ricas de la identidad costarricense, es de gran importancia.
De manera similar, la Embajadora de Estados Unidos en Costa Rica, Cynthia Telles, expresó su apoyo y admiración por esta iniciativa, reconociendo el valor de preservar y celebrar las culturas ancestrales compartidas entre ambas naciones.
El acto de repatriación no solo marca el regreso físico de estas reliquias, sino también el inicio de un viaje emocionante hacia la promoción y la comprensión de la herencia cultural de Costa Rica. Se planea una exhibición itinerante para el año 2025, que llevará estas piezas a diferentes rincones del país, desde las montañas hasta las costas, acercando el patrimonio arqueológico a todas las comunidades.
Además, el proyecto incluye capacitaciones para actores estratégicos involucrados en la preservación del patrimonio, actividades de divulgación y sensibilización pública, y un programa educativo diseñado para enriquecer la comprensión de la importancia de estas reliquias en la historia y la identidad nacional.
La exhibición itinerante no solo será una oportunidad para admirar estas piezas únicas, sino también para reflexionar sobre el papel de Costa Rica en la conservación y protección del patrimonio cultural. Cada visita a la exhibición será una invitación a explorar las conexiones entre el pasado y el presente, entre las antiguas tradiciones y los desafíos modernos que enfrenta la sociedad costarricense.
Este regreso triunfal de los 395 bienes arqueológicos es más que un simple acto de repatriación; es un símbolo de orgullo y respeto por las raíces culturales de Costa Rica. Es un recordatorio de que, aunque el tiempo pueda separarnos de nuestro pasado, nunca nos alejará de nuestra identidad. Con cada pieza que regresa a casa, la historia de Costa Rica cobra vida una vez más, tejida con hilos de tradición, pasión y determinación.
En un mundo que a menudo se enfoca en lo nuevo y lo moderno, la repatriación de estos tesoros arqueológicos es un recordatorio poderoso de la importancia de honrar y preservar las raíces culturales de una nación. Son más que objetos antiguos; son portadores de historias, testigos de un tiempo olvidado pero no perdido.
En su regreso a Costa Rica, estos tesoros arqueológicos se convierten en faros de luz que iluminan el camino hacia el pasado, presente y futuro de nuestro país y seguramente en los próximos años serán parte de importantes exposiciones para el deleite de los visitantes de los diferentes museos del país.