sábado, octubre 5

Robot Dreams

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Mario Giacomelli
Para Revista Magisterio

Un hermoso lazo afectivo, bruscamente interrumpido por el destino, ofrece la premisa de la producción española “Robot Dreams”, una de las sorpresas más gratas de la temporada cinematográfica de 2024. Obtuvo muchos reconocimientos internacionales, incluyendo una nominación al prestigioso premio Oscar como mejor largometraje de animación.

Es una entrañable fábula existencialista, basada en una novela gráfica de la artista norteamericana Sara Varon. Se ubica en una versión alternativa de Nueva York, poblada de animales que se comportan como humanos; y en cuyo horizonte aún se observan las Torres Gemelas del Centro de Comercio Mundial.

Una amistad sincera

Un perro bípedo, llamado simplemente Perro, habita en un pequeño apartamento, llevando una existencia solitaria en medio de la gran ciudad. Tras observar un comercial de televisión, él decide adquirir un nuevo modelo de robot multiuso, para realizar tareas domésticas y hacerle compañía. Muy pronto, perro y robot se hacen inseparables, compartiendo días felices y formando una amistad sincera, con rasgos de amor platónico, hasta que un accidente los aparta.

Al finalizar una alegre jornada en la playa de Coney Island, el robot queda encallado en la arena; y el perro no logra moverlo. Las autoridades cierran el acceso al parque, por la estación invernal; y le impiden al perro acercarse a su compañero. Mientras pasan las semanas, el autómata sueña con tener diferentes experiencias y aventuras, que usualmente culminan con su regreso a casa.

Emociones sin diálogos

La relación entre los dos protagonistas se desarrolla al compás de un tema recurrente: “September”, irresistible hito musical del grupo Earth Wind & Fire. Las letras de la canción -sobre recordar tiempos pasados- adquieren un significado más amplio conforme el relato avanza. Es éste uno de los muchos aciertos de una obra inspirada, inteligente y enriquecedora, que invita a la reflexión rechazando los estereotipos y las soluciones narrativas trilladas.

El desenlace frustra las expectativas de quienes desearían un típico final feliz, pero no se debe desestimar lo que la trama depara a cambio. Unos giros tan inesperados como lógicos, plantean tocantes reflexiones acerca de la naturaleza impredecible de la vida, las lecciones que ésta imparte diariamente, la fragilidad de las cosas y la necesidad de conservar la esperanza y la fe en todo momento.

Esta riqueza argumental resulta aún más impresionante si se considera que los personajes no intercambian ni una sola palabra a lo largo de todo el metraje. Respetando la estructura del texto original, el guionista y director Pablo Berger prescinde por completo de un recurso expresivo fundamental como lo son los diálogos. Aún así, la narración es siempre entendible, clarísima y cautivante.

Anteriormente, Berger había llevado a cabo una hazaña similar con la encantadora “Blancanieves” (2012), versión modernizada -silente y en blanco y negro- del célebre cuento de hadas. En esta oportunidad, el talentoso cineasta ratifica su gran conocimiento del lenguaje audiovisual, elaborando una joyita de animación que sobresale tanto en forma como en contenido.

Gráficamente muy atractiva, con dibujos simples y estilizados, y además dotada de un ingenioso diseño de sonido, “Robot Dreams” es una realización preciosa, cálida y llena de sentimiento, capaz de revelar emociones más profundas de lo que cualquier palabra podría expresar.

Robot Dreams
(Robot Dreams)
Dirección: Pablo Berger.
Guión: Pablo Berger, de una novela gráfica de Sara Varon.
Duración: 102 minutos.
Origen: España 2023.
Género: Animación.
Calificación: Apta para todo público.

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