Mario Giacomelli
Para Revista Magisterio
No es difícil entender por qué una producción tan vigente y de altísima calidad como “Ella dijo” haya sido completamente ignorada por la Academia de Hollywood, que no le otorgó ni una sola nominación a los premios Oscar.
El argumento expone detalles álgidos de un escándalo mediático que sacudió la industria de cine desde sus cimientos, cuestionando su propia integridad. Sucedió entre 2016 y 2017, cuando dos reporteras del diario The New York Times se dieron la justa y necesaria tarea de investigar una serie de abusos sexuales, perpetrados por el célebre productor Harvey Weinstein.
El reportaje causó revuelo en todo el planeta, obtuvo el prestigioso premio Pulitzer y dio inicio al movimiento internacional conocido como “Me Too” (Yo también), de denuncia en contra del acoso y la agresión sexual.
Cuestión de solidaridad
Fundador de la compañía independiente Miramax, Harvey Weinstein sumó hitos de taquilla hasta convertirse en una de las figuras más poderosas y respetadas del medio. Durante años, él aprovechó ese poder para acosar y molestar a cuanta mujer se cruzó en su camino: empleadas de su empresa, aspirantes a actrices, artistas en ascenso y hasta divas consolidadas.
Carey Mulligan y Zoe Kazan sobresalen encarnando a Megan Twohey y Jody Kantor, las intrépidas periodistas que lucharon contra viento y marea para revelar a la opinión pública las fechorías de Weinstein. La mayor dificultad que ellas enfrentaron en sus labores, fue convencer a las mujeres agredidas de relatar sus experiencias y rendir testimonio ante las autoridades.
Es ésta la parte más ardua de cualquier proceso relacionado con maltrato y violación, pues casi siempre las víctimas se niegan a hablar, por obvias razones: verguenza, incertidumbre, desconfianza, miedo a las represalias. La motivación más frecuente para superar este obstáculo, es el afán de justicia: aunque no se puede borrar lo que ya sucedió, es posible evitar que otras personas sufran el mismo destino. Así, la decisión de declarar, se convierte también en una cuestión de solidaridad femenina: algo que la película ilustra con claridad, a partir de un guión estructurado de manera rigurosa, sin conceder espacio al sensacionalismo.
La punta de un iceberg
La joven directora alemana Maria Schrader, mueve con habilidad los hilos de una trama que cobra intensidad conforme avanza. Se desarrolla como una intriga de suspenso, mientras se van descubriendo pruebas de arreglos extra-judiciales, sobornos y encubrimientos: señales de un triste complot, organizado únicamente para permitir que Harvey Weinstein siguiera dando rienda suelta a sus bajos instintos, en la más total impunidad.
El resultado es un nuevo clásico del cine sobre periodismo investigativo: una obra modélica, digna de figurar al lado de “Todos los hombres del Presidente” (1976) y “Spotlight – En primera plana” (2015).
Al igual que sus ilustres predecesoras, “Ella dijo” consigna oportunamente a la memoria colectiva un evento histórico, cuyas implicaciones van mucho más allá de la simple anécdota. Indica que el caso Weinstein, lejos de ser un episodio aislado, representa la punta de un iceberg: una pequeña muestra de una práctica lamentable, ampliamente difundida y dura de erradicar. Es un mal que persiste, no sólo en el mundo del espectáculo, sino en cualquier ámbito laboral o social, donde hay condiciones que propician la explotación y amparan a los culpables.
Ella dijo
(She Said)
Dirección: Maria Schrader.
Guión: Rebecca Lenkiewicz.
Reparto: Carey Mulligan, Zoe Kazan, Patricia Clarkson, Andre Braugher.
Duración: 129 minutos.
Origen: EE.UU. 2022.
Género: Drama.
Calificación: Mayores de 15 años.