- Cambios de comportamiento pueden ser una señal.
Los trastornos alimenticios en personas menores de edad son cada vez más comunes y es por eso que el entorno cercano a ellos es fundamental para lograr evitarlos.
Protección en la familia, círculos de amigos, centros educativos y citas médicas; son claves para lograr frenar la bulimia, la anorexia, los atracones, entre otros trastornos de la conducta alimentaria, por lo que se debe de estar muy atentos.
“Los TCA son condiciones mentales serias, biológicamente influenciadas, con múltiples causas, que pueden tener consecuencias severas para quienes los sufren como: caída del cabello, problemas en huesos y dientes, falta de concentración, ansiedad y hasta la muerte. Entre los trastornos más conocidos están Anorexia Nerviosa, Bulimia, Trastorno por Atracón y la Ortorexia. Para el Colegio de Profesionales en Psicología es de suma responsabilidad que cada día se conozcan y detecten estos trastornos para apoyar a las personas, sobre todo adolescentes, que los padecen”, explicó la psicóloga Francela Jaikel, del colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica (CPPCR).
En esta misma línea Rossana Mauro Gómez, especialista en trastornos de la conducta alimentaria y vocera del Colegio de Nutricionistas, comentó que “los TCA son cada vez más frecuentes en el mundo y la misma tendencia se ve en nuestro país. Sus consecuencias a nivel físico y mental son severas y quienes los padecen tienen un alto riesgo de morir. Debemos dedicar esfuerzos a nivel país para conocer su prevalencia, detectarlos tempranamente y tratarlos con enfoques basados en evidencia que favorezcan su recuperación completa. El acceso a tratamiento oportuno es un derecho de todas las personas”.
Cuando se tiene algún indico de que algo puede estar pasando en la conducta alimentaria de una persona, especialmente si se trata de alguien menor de edad la Comisión de Desórdenes de la Conducta Alimentaria del Colegio de Profesionales en Psicología recomienda tener estos cuatro ambientes con factores de protección:
En la familia: fomentar la comunicación abierta y empática, esto implica definir momentos para conversaciones familiares y darles prioridad. Escuchar activamente sin juzgar ni criticar y valorar las emociones y experiencias de cada miembro; entender y aceptar las diferencias.
En los círculos de amistades o entre pares limitar las conversaciones grasosas o “fat talk”, es decir, conversaciones sobre los cuerpos de las personas y en cambio, hablar de su inteligencia, creatividad, amabilidad o talentos.
En los centros educativos hay que enfatizar que la salud y el bienestar no se miden en kilos; señalar las distintas áreas de la vida como espacios de ocio y disfrute, escucha, de movimiento físico, alimentación variada y suficiente, consumo de agua, hábitos de sueño, entre otros.
En citas médicas, a los profesionales de la salud, promover hábitos de alimentación y actividad física saludables y sostenibles en lugar de prescribir dietas o pérdida de peso e informar a padres y madres de familia sobre los riesgos de poner a niñas y niños a dieta. Incluye también, formar desde la infancia y adolescencia en una alimentación libre, balanceada, variada con actividad física placentera y evitar clasificar la alimentación en buena o mala, sana o insana, calórica o “light”.
Como parte de una campaña que busca frenar este tipo de problemas alimenticios en los niños y jóvenes se pueden conocer más factores de protección en la página www.cuidemonosnutritivamente.com , con recomendaciones totalmente gratis para todas las personas.