- Falta agua y la electricidad, pero sobra la vocación. Este es el día a día de Yenoris Obando, directora de la escuela de Playa Torres, y sus compañeras.
Rodrigo Díaz
Periodista
Su amor por los niños y la vocación por la enseñanza superan cualquier obstáculo. No importa si para ello se debe surcar el Golfo de Nicoya a bordo de una panga, vivir bajo un fuerte calor, con escasas horas de electricidad, casi sin agua potable y en condiciones difíciles para impartir sus lecciones.
Para Yenoris Obando, directora de la escuela de Isla Caballo, en playa Torres, lo que cuenta es el abrazo que recibe de los niños que corren a su encuentro todos los días apenas la ven llegar al centro educativo.
Esos pequeños bracitos son una recarga diaria de energía que la convencen de sus razones para viajar a la isla en lugar de estar en una oficina con aire acondicionado y rodeada de las comodidades que su currículo académico le permitiría.
La realidad que vive Yenoris y sus compañeras de trabajo no es muy distinta a la de otras educadoras que viven en las diferentes escuelas que se ubican en las islas del Golfo de Nicoya.
Por eso, la revista Magisterio visitó Isla Caballo para conocer de primera mano esta vivencia.
“Vine aquí luego de enterarme por las noticias de que estos niños tenían seis meses sin recibir clases. Fui a la Dirección Regional donde me dijeron sobre las condiciones difíciles de acá, sin agua ni electricidad. Yo les dije que sí, que llegaba para quedarme. Desde joven he participado en actividades de bien social. Esto lo vivo como un voto de pobreza, pero realmente me enamoré de esta isla”, dijo Yenoris con visible emoción al ser entrevistada.
Esa misma emoción y entusiasmo que irradia, lo transpiran también sus compañeras Katherine Morales Mendoza, quien imparte primer y segundo ciclo, Meilyn Martínez Espinoza, la maestra de preescolar, quien vive la isla, la conserje Cintia Torres Peralta y la cocinera Yerlin Morales Soto, también residentes en el lugar.
Juntas, han formado un equipo que encuentra en los padres de los pequeños un apoyo incondicional para sacar su tarea adelante.
Faltan cosas, pero sobra el amor
En Isla Caballo, ubicada en medio del Golfo de Nicoya, viven unas 50 familias que subsisten de la pesca, principalmente en las playas como Torres y Coronado, donde se asientan los centros educativos de la isla (un colegio y dos escuelas).
La escuela que dirige Yenoris atiende a 36 niños de primer y segundo ciclo, además de preescolar. La instalación es de construcción reciente y se ubica en un alto frente a la playa Torres, lo cual permite ofrecer una vista paradisiaca desde el lugar, pero que a la vez genera inconvenientes para el suministro de agua.
Para los niños tampoco es fácil: deben caminar largas distancias o viajar en las frágiles pangas para asistir a clases.
Valioso y escaso líquido
El agua de los pozos en la isla no es potable – aunque los lugareños no tienen más remedio que utilizarla- por lo que la escuela recibe 21 pichingas diarias, enviadas por Acueductos y Alcantarillados (AyA). Estos recipientes llegan junto con otros bienes en pangas, único medio de transporte para acceder a la isla, por lo que su llegada depende de las condiciones de las mareas y el viento.
Aparte de ser una cantidad insuficiente para las necesidades de la institución y de las maestras, su traslado es incómodo porque deben bombear esa agua desde un tanque hasta la escuela, 150 metros cuesta arriba.
El proceso se lleva a cabo en dos pasos, por la poca potencia del motor que bombea el agua. Esta llega a un tanque a mitad de la pendiente, y ahí deben conectar el mismo motor de la toma inicial para abastecer el comedor, los baños de los niños y las casas de las maestras.
Debido al dudoso estado de limpieza de los depósitos y las mangueras, el agua no se utiliza para consumo humano.
Para que los niños puedan tomar agua completamente potable, existen dos aparados, conocidos como “nubes”, proporcionados por la Universiad Nacional y el Tecnológico de Costa Rica. Estas nubes capturan la humedad del ambiente y la condensan; el agua pasa por unos filtros que la purifican y luego se distribuye igual que un dispensador de agua.
En forma complementaria, se espera que en pocos meses esté en operación un sistema similar instalado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (Micit).
Otra solución, la cual resolvería muchos problemas de abastecimiento, se basa en el almacenamiento de agua de lluvia. Las universidades, con recursos aportados por la Embajada de Japón, instalaron 4 tanques de agua con una capacidad total de 20.000 litros que se potabilizarán con un sistema de purificadores que funcionan con energía solar.
De acuerdo con Aníbal Ruiz, profesor de electrónica del Tecnológico, el objetivo es que para junio ya entre en funcionamiento y así aprovechar la temporada de lluvia.
Energía, el punto vulnerable
Isla Caballo es uno de los pocos lugares del país que no cuenta con cobertura eléctrica, por lo que en la escuela se instaló un sistema de generación de energía solar. No obstante, está cerca de colapsar debido a la falta de mantenimiento.
Uno de los dos inversores falló y más de la mitad de las baterías se quemaron, lo que no permite utilizar el sistema con eficiencia durante el día y con muy poca capacidad para utilizar en las tareas rutinarias de la noche.
Este sistema fue instalado por la Fundación Omar Dengo, pero debido a que se rompió el convenio que existía con el Ministerio de Educación Pública, ya nadie se encarga de revisar ni reparar la instalación. Hay un alto riesgo de sobrecarga del sistema y que falle por completo, lo que no haría posible que se puedan dar clases debido al calor sofocante y la falta de agua potable.
Se consultó al Ministerio de Educación Pública (MEP) sobre cuáles acciones tomarían para remediar la situación de la generación de energía en la escuela, pero al cierre de edición no se había logrado obtener respuesta.
El transporte, una odisea
Con el fin de bajar los costos de transporte y permitir que más maestros lleguen a impartir lecciones a la escuela, Yorlenis busca que la escuela adquiera su propia panga y así ahorrar costos en transporte del agua, los alimentos, los maestros y hasta podrían llevar a los niños a actividades especiales como competencias deportivas.
Por medio de una donación del IMAS, se recogieron 3,4 millones de colones, cifra que no alcanza ya que el costo de la panga y el motor oscila entre los 6 y 7 millones.
Se intentó obtener este medio de transporte a través de una donación, pero no ha sido posible.
La opción que queda es hacer actividades en la misma comunidad para tratar de recaudar el dinero suficiente que permita adquirir el medio de transporte, que sería administrado por la Junta de Educación de la escuela.
En resumen, las necesidades son muchas, pero el entusiasmo y tesón de estas valientes educadoras no las hace desfallecer en su meta de ofrecer las mejores condiciones para que puedan tener una educación digna y puedan aspirar a un mejor futuro.
Los pequeños héroes de Isla Caballo
Son 36 estudiantes de familias de escasos recursos que viven en diferentes puntos de Isla Caballo. Para viajar a la escuela, deben hacerlo a bordo de una panga, si el tiempo lo permite. Y si no, deben caminar por trillos en la montaña, ya que no existen caminos.
“Necesitamos que nos ayuden con el agua y la luz porque aquí casi no hay y las necesitamos todos los días”, dicen los pequeños Josué Carranza y Cristian Gómez.
Debido a la pobreza de sus familias, prácticamente la merienda y el almuerzo son la única comida que reciben en el día, por lo que es importante para ellos que la escuela funcione para tener opción a recibir alimentos.
Emma Rojas Torres es una niña muy fogosa, que además de buena estudiante sueña con contar con un área de juego que no existe en la escuela.
A todos los pequeños les gustaría tener acceso a implementos deportivos, en especial bolas de fútbol. También requieren contar con más materiales educativos, así como juegos de mesa como memoria o bingo, que les ayudarían mucho en el desarrollo de sus mentes. También quisieran contar con zapatos adecuados para las caminatas que deben hacer hacia sus hogares.
Como no se cuenta con electricidad en la isla, ellos no tienen acceso a televisión, por lo que las maestras los reúnen para pasarles videos sobre algún tema que pueda resultarles interesante en su enseñanza.
La gran ilusión de estos pequeños es salir de la isla para participar en competencias deportivas, como campeonato de fútbol 7 o las pruebas de campo traviesa clasificatorias para los Juegos Nacionales.
La última vez que lo hicieron vivieron una experiencia muy gratificante porque no habían tenido la oportunidad de tener contacto con niños de otras escuelas, dormir en hoteles o comer en un restaurante.
Si usted quiere contribuir para que estos pequeños puedan tener un mejor futuro puede contactarse con la directora Yenoris Obando, al 8351-7327.